Por SERGIO MONSALVO C.

LA RETORCIDA URBE DE HIERRO
De Nueva York emergió Patti Smith con sus referencias a Arthur Rimbaud y al MC5, uno de los raros grupos «revolucionarios» de la Unión Americana. La obra maestra de Patti, Horses, con su funda en blanco y negro, giraba en torno al espíritu punk neoyorkino. Asimismo, el grupo Velvet Underground y los devastadores Stooges, las dos obsesiones de David Bowie, asombraban a la nueva generación.
La demencia, la violencia y la decadencia estadounidenses del sublime Iggy Pop, de Lou Reed y su frío realismo, así como de Alice Cooper, apenas asomaban en los cerebros británicos. Sin olvidar a Johnny Thunders y sus New York Dolls, que fracasaron después de una visita al Wembley.
Los Dolls contrataron a un nuevo manager, Malcolm McLaren, un inglesito pelirrojo que no encontró nada mejor que hacerles que disfrazarlos de mujeres, con vestuario de látex rojo y tender una gigantesca cortina «rusa» como telón de fondo en los conciertos. Sin embargo, los Dolls seudocomunistas no llamaron la atención de nadie en el país del senador McCarthy.

No obstante en Londres hicieron una muesca: «Cuando vimos en escena a los Dolls nos llevamos la impresión de nuestra vida. Eran eficaces porque no sabían tocar bien. Por primera vez tuvimos la prueba de que ensayar durante 20 años no sirve de nada» (Mick Jones).
McLaren fue entonces a Nueva York a rogarle a Richard Hell que aceptara cantar con un grupo que se llamaría los Sex Pistols. Hell se limitó a responderle, muy cortesmente: “¡Fuck off!”, y salió a comprarse más droga. Sin desanimarse, Malcolm le pidió a Johnny Thunders que aceptara ser guitarrista del mismo grupo y… ¿adivinen qué le contestó Johnny antes de salir a comprar más droga? McLaren volvió entonces a Londres, fraguando otra estrategia.
Ahí decidió interpretar en persona el argumento de la primera película de Mel Brooks, Producers. Al igual que Byalistock y Blum en el filme, reclutaría en su boutique de ropa «Sex», ubicada en King’s Road, a los peores colaboradores posibles, a los que provocaban de la manera más inconsciente, a fin de que la prensa escandalizada los acusara de nazismo —o lo que fuera— y les hiciera publicidad. Enseguida, la nulidad de sus pupilos le permitiría embolsarse el adelanto pagado por las casas de discos sin haber tocado, porque eran incapaces de ello, y ahí debía acabar el embuste.
Sin embargo, como en el cine, el producto tuvo éxito contra su voluntad. Y el embuste arrojaría una fortuna. McLaren localizó a dos buenas nulidades, Steve Jones y Paul Cook, dos fans de Rod Stewart que querían dedicarse al rock. Para el bajo, alguien competente pero insípido, Glen Matlock. Le agregaron al casposo John Lydon, un tipo nervioso, que se volvería cantante bajo el elegante nombre de Johnny Rotten («el podrido»). Nacieron los Sex Pistols.
Su primer concierto: noviembre de 1975 en el St. Martin College of Art de Londres. Se hicieron abuchear. Los acompañaba un grupo de jóvenes rebeldes del sur de Bromley. Los modelos de la tienda “Sex”. Lucían las vestimentas extravagantes de Vivian Westwood, la mujer de McLaren: cuero, látex, arneses sadomasoquistas, motivos obscenos, cruces gamadas, playeras con fotos de la ciudad bombardeada de Berlín, mal gusto, kitsch y escándalo. Entre ellos, Siouxsie Sioux y también Billy Idol, quien a la postre fundaría Generation X. El contingente de Bromley sería el primer público de los punks.
VIDEO: New York Dolls – Personality Crisis, YouTube (TheNewYorkDollsVEVO)

