Por SERGIO MONSALVO C.

REBELDES CON CAUSA
En la actualidad, The Clash es un mito y un clásico dentro de la historia del rock. Formado con la llegada del punk, el grupo tuvo una vida relativamente corta pero larga en aportaciones musicales. Integrado por Mick Jones, Paul Simonon, Joe Strummer y una variedad de bateristas entre los que destacan Nicky Headon y Terry Chimes, The Clash fue una muestra de sólida integridad y de obstinada negativa a ceder pese a las enormes fuerzas contrarias que se les opusieron, incluso a las de su desorganización interna.
Estos ingleses insistieron siempre en hacer las cosas a su manera pese al precio exigido por su falta de conformismo. De alguna manera se volvieron populares y la lista de sus éxitos se erige como prueba de su espíritu indomable. Por más de un lustro trataron de conservar sus ideas primigenias logrando la aceptación masiva sin mengua fatal.
A lo largo de su existencia la agrupación recibió muchas críticas. Se les condenó por su integridad; por su absorción de los estilos musicales negros; por inyectar contenidos políticos a sus canciones; se les culpó por cambiar, por no cambiar; se les ridiculizó por sus ideales; también se les llamó vendidos, hipócritas y cosas peores. No obstante, siempre se mostraron capaces de enfrentarlo todo y permanentemente se negaron a actuar según lo parecían exigir los intereses comerciales. Sin embargo, y a pesar de las controversias, Clash produjo una muestra del rock más brillante, absorbente e impositivo de todos los tiempos.
EL CRACK Y CÓMO LOGRARLO
El punk no fue un ovni que apareció de la nada y desapareció sin dejar referencia alguna. Sus escasos acordes tuvieron un pasado, un presente breve y un futuro distendido (los grupos de tal corriente se caracterizaron en primera instancia por tocar una música rápida, brutal, eléctrica, patizamba y violenta. En los comienzos como no dominaban bien sus instrumentos, dieron pie a un auténtico caos sonoro. Su bagaje musical no sumaba más de dos o tres acordes). Su estética, sin embargo, ya existía desde mucho antes de que se le pegara esa etiqueta, extraída por cierto del fanzine neoyorkino Punk, cuyo primer número estuvo consagrado a Lou Reed.
El estilo musical punk, sobrecalentado y rápido, es una constante desde los años cincuenta. El término rock and roll acababa de nacer (Alan Freed, el famoso DJ de la radio estadounidense dio este nombre al rhythm and blues de los negros en 1953) cuando Little Richard, maquillado, sobreexcitado, aullaba su revuelta comunicativa con palabras de doble sentido, tradición heredada de los tiempos de la esclavitud. Lo hacía en el sur de los Estados Unidos, territorio entregado al bárbaro Ku Klux Klan.
Se necesitó de una dosis gigantesca de inconciencia y de exceso de agallas para llamar la atención como lo hizo él. Sin embargo, al escuchar sus «Tutti Frutti» (1955) o «Keep a Knockin'» (1957) originales, se sabe que este sobrerrevolucionado, quien tiempo después contrataría a un desconocido llamado Jimi Hendrix como acompañante, no le hubiera pedido nada a los cantantes de la escena punk setentera.
No obstante, ¿fue el rhythm and blues negro el único vector del punk?

No. También existió el garage-rock de los sesenta, y la calidad amateur que reivindicó el espíritu del «hazlo tú mismo», que sigue molestando a los «profesionales» de la música. En esencia los primeros grupos punks de la historia fueron estadounidenses. Nacidos a mediados de los sesenta, su única ambición era la de responder a la invasión inglesa de los Beatles, Rolling Stones, Kinks y Who, entre ellos.
Con la inocencia de su juventud y la rabia de su calidad de amateurs, muchas veces grababan en la cochera de sus padres (de ahí el nombre de garage). Se llamaban Seeds, Music Machine, Standells, Shadow of Knight, Count Five, Remains o Thirteen Floor Elevators. Diez años más tarde ocurriría la explosión del punk británico.
En los tempranos años sesenta los británicos tomaron el rock and roll ahí donde los estadounidenses lo habían dejado, lo aliaron con la música de los cantantes de blues urbano que también habían ignorado, y le dieron una nueva alma antes de regresarlo a la Unión Americana. Diez años de cantos y de reminiscencias volvieron a entrar entonces a la Tierra del Tío Sam. Una década después sucedió lo mismo con el punk.
VIDEO: The Clash – White Riot (Official Video), YouTube (theclashVEVO)

