MIS ROCKEROS MUERTOS/2020

Por SERGIO MONSALVO C.

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Este año calamitoso comenzó mal para el mundo en general en dicho trimestre. La pandemia global del coronavirus arrasó con miles de personas. Dentro del rock, no precisamente por esta epidemia, se llevó en primera instancia a Neil Ellwood Peart, el legendario baterista y letrista de Rush, del icónico grupo canadiense de rock progresivo. Murió el 7 de enero a los 67 años en Santa Mónica, California.

Peart fue (es) reconocido como uno de los más grandes bateristas de la historia del rock, el músico libraba una batalla contra un tumor cerebral desde hacía tres años pero no lo había informado a sus fanáticos por una decisión personal.

Anteriormente, y a causa de los dolores crónicos de una tendinitis, el músico anunció en el 2015 que se retiraba de la formación de Rush, el power trio que en 2013 fuera incluido en el Salón de la Fama del Rock and Roll y que sellaría su historia en el 2018.

Este afamado grupo se formó en 1968, pero Neil no se unió a sus compañeros de banda -el bajista Geddy Lee y el guitarrista Alex Lifeson- hasta el verano de 1974, tras el debut discográfico y dos semanas antes de la primera gira del grupo por Estados Unidos. Los tres eran conocidos como músicos virtuosos y los solos de batería de Neil son recordados como legendarios.

Peart había crecido en una localidad de Ontario (Hamilton, donde nació el 12 de septiembre de 1952). En su adolescencia tocó la batería en distintas bandas inicialmente inspirado por intérpretes como Keith Moon (The Who) y John Bonham (Led Zeppelin), y luego sumando recursos de las big bands de jazz hasta lograr un estilo técnico muy alabado por los conocedores de música.

Además de ser el principal letrista del trío, Peart publicó siete libros con historias personales y crónicas de viaje. Rush grabó 20 discos de estudio y el único en el que no participó Peart fue en el debut homónimo de 1974. Entre sus canciones más famosas se anotan: “Tom Sawyer”, “The Big Money” y “The Spirit of Radio”, entre otras.

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Otro que partió en este primer trimestre, por enfermedad, fue Genesis P- Orridge, quien tuvo varias encarnaciones. Para comenzar como Neil Andrew Megson (un tipo nacido en Manchester, en 1950). Luego trasmutó a  Genesis P- Orridge, en 1965.

Finalmente, en 1993 convirtió su enlace con la enfermera y artista Jacqueline Breyer en un experimento pandrógino que diluyó la individualidad de ambos en un híbrido: Breyer P-Orridge. Ninguno de ellos era un personaje: fueron una misma persona que consideraba la vida como un experimento subversivo. Una vida que se apagó, a causa de la leucemia, el 14 de marzo. Genesis P-Orridge tenía 70 años.

Su carrera artística arrancó con el colectivo COUM Transmissions (1969-1976), cuyas performances artísticas y musicales materializaron sus primeros intereses: Tristan Tzara, el beatnik, los asesinatos rituales, el porno y la magia. Aquello devino en la que se considera la banda seminal del sonido industrial: Throbbing Gristle (1976- 1981), grupo que aquilataba las punzantes ideas de P-Orridge con el método cut up o edición aleatoria de William Burroughs y Brion Gyson.

Psychic TV (1982) fue su último gran manifiesto. El/la artista del shock daba una vuelta de tuerca a su electrónica brutal, psicodélica y experimental. La influencia del Marqués de Sade y una colaboración con el polémico gurú del LSD Timothy Leary marcan este capítulo. Hubiera seguido haciéndolo, pero las constantes convalecencias de Genesis a causa de la enfermedad fueron el principal problema y el motivo de su rápida decadencia física.

En los últimos años Genesis P-Orridge mostraba su actividad en Instagram: enseñaba su fragilidad entre catéteres y respiradores y sus momentos favoritos junto a la coprotagonista Lady Jaye y sus numerosos actos conjuntos.

Su legado se calcula en más de 200 obras, que aparte de grabaciones incluye libros, filmaciones y obra plástica, parte de la cual es propiedad de la Tate Modern londinense. Sus últimos años fueron, además, de penuria económica, pero recibía la ayuda de sus fans en todo el mundo. No en vano su magnetismo llegó a generar un culto en torno a su obra e ideas: The Temple Ov Psychic Youth (TOPY), “El Templo de la Juventud Psíquica”, consagrado al aspecto más ligado a lo mágico y psicodélico.

La leucemia acabó con su vida el mismo día en que nuestra parte del planeta aceptó la reclusión por el coronavirus.

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Gabi Delgado, a su vez, nació en Córdoba, España, el 18 de abril de 1958, pero se trasladó con ocho años a Alemania y creció ahí. En los años setenta vivió la escena punk alemana hasta que a finales de esa década formó en Düsseldorf el grupo D.A.F., acrónimo de Deutsch Amerikanische Freundschaft, algo así como “La amistad entre alemanes y americanos”.

Integrado en un principio por cinco músicos, finalmente se quedó en dúo: Gabi Delgado a la voz y Robert Görl en el aspecto musical. D.A.F. influyó en la escena europea del electropunk y tuvo un éxito medio en Alemania. En los años ochenta se disolvieron y habían ido reapareciendo con cierta regularidad hasta la actualidad y tal incidencia acabó con la muerte de Gabi el 22 de marzo.

 Una década antes de la caída del Muro. Había un enorme malestar por un mundo dividido, por una ciudad dividida, por un pueblo dividido. La música comenzó a expresar lo que sentía mucha gente del lugar en aquella época: la ansiedad, la angustia, el miedo (que ya duraban mucho), por un posible conflicto bélico atómico entre los dos bloques ideológicos: Occidente (captalismo) vs. Oriente (comunismo), que acabara con la misma humanidad. El famoso Zeitgeist, una expresión del idioma alemán cuyo significado representa «el espíritu (Geist) del tiempo (Zeit)», y que se refiere en líneas generales al clima intelectual y cultural de una era.

 Pero igualmente había enojo contra los poderosos de ambos lados, en cuyas manos estaba el destino de todos los demás. Entonces, la marejada del punk llegó a la costa alemana, y con ello se desató una nueva ola mucho más ruidosa, electrónica y mayormente metálica (en su sonorización) que las que antaño se habían conocido.

Hubo una estética, con la cual los grupos y artistas germanos de tal corriente (lo mismo underground que mainstream) estaba identificados en común, por sobre su definición sonora. Su ascendente era dadaísta y expresionista, ligado a su desarrollo con tal look (la imaginería del cine de Murnau aportó lo suyo), pero igualmente el simbolismo de la Guerra Fría, de la que eran protagonistas en el frente, hizo que utilizaran los uniformes militares del fascismo, pero con un sentido kitsch. Es decir, había humor en su enfoque negro. D.A.F. fue un gran ejemplar de ello.

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Por su parte, el músico estadounidense Alan Merrill, miembro de la banda The Arrows y autor del éxito I Love Rock ‘n’ Roll, famoso por la versión hecha por Joan Jett & the Blackhearts, falleció el 29 de marzo a los 69 años por complicaciones derivadas del coronavirus, según anunció su familia a través de las redes sociales.

Merrill, nacido en el Bronx neoyorquino el 19 de febrero de 1951, fundó la banda The Arrows en Londres en 1974. En 1975 publicaron su exitoso sencillo I Love Rock ‘n’ Roll, inicialmente concebido como un Lado B. Instalada también en el Reino Unido en aquella época, la cantante estadounidense Joan Jett lo catapultó a la fama internacional con su versión de 1982.

Músico, compositor y vocalista, Merrill trabajó también como modelo y actor. Antes de instalarse en el Reino Unido a mediados de los setenta, pasó una temporada en Japón, donde comenzó su carrera con el grupo The Lead y después trabajó como solista. Merrill volvió a su Nueva York natal en los años ochenta. En el 2019 publicó su última canción: Your Love Song.

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 Bill Withers, cantante y compositor de soul, murió el 30 de marzo en Los Ángeles. Tenía de 81 años. Durante tres lustros (de 1971 a 1985) tuvo éxitos musicales ininterrumpidos. Desde su debut discográfico hasta el anuncio de su retiro de la escena.

Nacido en 1938 (4 de julio), William Harrison Withers pasaba de la treintena  cuando publicó su primer disco, Just as I Am. Su biografía es tan amplia como intensa: sufrida niñez, orfandad, pobreza, milicia marina…Abandonada esta última laboró en  la industria aeronáutica, a la par de un nada éxitoso inicio en las lides musicales.

Eso cambió cuando firmó con el sello Sussex, donde grabó su álbum debut discográfico, producido por Booker T. Jones, a pesar de la tardanza en su lanzamiento. Sopesaba entonces regresar a su trabajo fabril, cuando de aquel disco saltó al aire radiofónico la que sería su canción representativa y a la postre un tema clásico: Aint’t No Sunshine.

 A partir de ahí la cadena no se interrumpió: “Grandma’s Hands”, “Lean On Me”, “Use Me”, Lovely Day”, “Just The Two Of Us”…, aunque tuviera encontronazos con los ejecutivos de las compañías discográficas a las que perteneció (de Sussex a Columbia Records y Elektra) por su tendencia a las imposiciones.

Tipo duro y de carácter fuerte e inteligente mantuvo para sí los derechos de su obra, acción que a mediados de los ochenta le permitió mandar al diablo a todos los que querían interferir en la confección de sus canciones, y retirarse de la escena musical gracias a las regalías de los mismos debidas a los soundtracks de las películas, a las versiones y al sampleo contemporáneo.

Withers fue un fino compositor que dejó un gran legado.

Otros que se fueron: Andy Gill (Gang of Four, 1 de febrero), Andrew Weatherall (productor de Primal Scream y músico, 17 de febrero) y el gran Manu Dibango (29 de marzo), saxofonista y músico camerunés creador de los sonidos africanos del makossa y el afro-beat, que llegaron al rock y al pop para enriquecerlos.

A todos ellos: gracias.

VIDEO SUGERIDO: Bill Withers – Ain’t No Sunshine, YouTube (Andres Trevino)

 

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