ROCK Y LITERATURA: UN AUTOR DE LO COTIDIANO (FRANZ KAFKA-I)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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Los músicos de rock en diferentes etapas y estilos han recurrido a Franz Kafka como uno de sus autores canónicos, por su multiplicidad de situaciones humanas, por su planteamiento de preguntas inteligentes y por su estado de confusión con respecto al mundo que los rodea.

Y lo ha hecho en diverso tiempos y subgéneros, que van del heavy metal al más avezado vanguardismo, pasando por el art rock, el dark, el rock experimental, el post rock o el rock de cámara, entre ellos. Por las cuatro esquinas del planeta se han emitido tributos en canciones y discos completos, en nombre de grupos y evocaciones literarias que se transforman luego en sonoridades.

De América (Kachete, Kafka) a Europa (Samsa -España–, Nigel Kennedy, Joy Division –Reino Unido–, Kafka Band –República Checa–, Franz Kafka Ensemble –Croacia— o Locomotora –Finlandia–) lo recuerdan y se apoyan en él para brindar su expresión artística fundamentada en él.

El mundo del rock se ha acercado al de Franz Kafka porque su temática –frustrante y dolorosa, inquietante y rara–, le resulta a la vez perfectamente próxima y familiar.

 

«Eres culpable hasta no probar tu inocencia/

Lo siento, pero tú mismo decidiste tu destino/

Eres culpable por haber apartado la vista…»

(«Guilty», The Kinks)

El cuentista y novelista Franz Kafka, uno de los más importantes narradores del siglo XX, nació el 3 de julio de 1883 en Praga (en ese entonces parte del Imperio Austro-Húngaro) como hijo de un acomodado comerciante judío.  Desde su temprana juventud y durante toda su vida, con excepción de los últimos años, el sensible e introvertido Franz padeció bajo la férula de su padre, cuyas miras estaban puestas exclusivamente en el éxito económico y social. Una muestra de lo que experimentó en estas circunstancias se halla contenida en su «Carta al padre”, donde resaltan sus intentos por enfrentarlo y las justificaciones.

Los estudios hasta la preparatoria los realizó en la parte vieja de la ciudad de Praga. Pese a sus propias declaraciones al respecto, se sabe que obtuvo buenos resultados en la escuela. Se interesó entonces por Ibsen y el drama naturalista, Spinoza y Nietzsche, por la teoría de la evolución de Darwin y también se adhirió al socialismo.

Durante los primeros dos semestres de estudios universitarios, vaciló entre distintas carreras. Luego, por la voluntad de su padre, estudió derecho. Al mismo tiempo tomó parte constante pero pasiva en la vida literaria de Praga.  En ese tiempo inició la amistad que duraría todo el resto de su vida, y un poco más, con Max Brod.

A finales de 1905 presentó los exámenes finales para el doctorado en derecho. Tras recibirse realizó sus prácticas en los tribunales y posteriormente encontró empleo en una compañía de seguros de accidentes para obreros. Pronto se hizo de buen renombre como conocedor de esta rama del derecho. Sin embargo, el trabajo no lo satisfacía. Por otro lado, fue retirándose cada vez más de la vida literaria y social y frecuentaba sólo pequeños círculos.

El diálogo cede al monólogo en el diario llevado por él desde 1910, en el cual plasma sin misericordia algun análisis de sí mismo, sueños, esbozos literarios, epigramas y enfrentamientos con la lectura, sin incluir material histórico ni sobre sus vivencias diarias.

Sólo los viajes interrumpían la monotonía y soledad elegidas por él mismo.  Con Max Brod viajó a Italia, París, Suiza, Leipzig y, siguiendo los pasos de Goethe, a Weimar. De todos estos viajes deja constancia escrita.

Treintañero ya, Kafka sostiene una relación amorosa llena de vicisitudes con Felice Bauer, originaria de Berlín, con la cual dos veces se compromete a casarse sin concretar. La manifestación plena de la tuberculosis en 1917 es considerada por él como sentencia del destino contra todos los planes hechos para su vida. Por lo tanto, se separa definitivamente de Felice.

Pasa entonces largas temporadas en el campo con su hermana Ottla.  Intercala tentativas de reanudar su trabajo, pero fracasa. Por lo tanto, se retira prematuramente. Desde 1919 pasa diversas temporadas en distintos sanatorios. En uno de ellos conoce a Milena Jesenska-Pollak, pero sus padecimientos físicos y ya psíquicos le impiden desarrollar la relación y se separan. En 1921 conoce a Robert Klopstock, quien se hará cargo, como amigo y médico, del último y más trágico fragmento de la vida de Kafka.

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Un giro decisivo en la biografía del escritor significa el enamoramiento por Dora Dymant. Esta mujer descendiente de una familia polaca tiene 20 años cuando conoce a Kafka en el verano de 1923 en el mar Báltico. A fines de ese mismo año deja Praga y la casa paterna y se muda a Berlín. Pese a las dificultades materiales y físicas, Kafka vive unos meses relativamente felices al lado de su compañera, caracterizados por una productividad tranquila.

Sin embargo, la enfermedad lo acosa y en marzo de 1924 Max Brod lleva al moribundo de regreso a Praga, lo cual el escritor experimenta como derrota decisiva frente a su padre y la vida.

Pasa el ocaso de su existencia en el sanatorio de Kierling cerca de Viena.  Debido a la tuberculosis de la laringe casi no puede ingerir alimento y se comunica sólo por escrito con Klopstock y con Dora. El último día de su vida se ocupa todavía con la corrección de la obra Un artista del hambre.  Franz Kafka muere finalmente el 3 de junio de 1924. El día 11 del mismo mes es sepultado en el cementerio Prag-Straschnitz.

En vida el propio Kafka sólo editó o preparó seis publicaciones poco voluminosas en forma de libros, además de aislados trabajos en revistas. La mayor parte de su obra fue editada por Max Brod contra el deseo expreso del autor de que se destruyera todo lo inédito.

Por otro lado, la obra de Kafka es fascinante y difícil de interpretar. Su carácter es en gran medida un modelo, es decir, situaciones, episodios o acciones aisladas, consideradas con ojos visionarios o construidos en forma surrealista, ficción o como sueños, representan las leyes internas del mundo, de naturaleza tan total que parecen admitir las interpretaciones más distintas.

El hombre desarrollado en todos sus aspectos como individuo ya no ocupa el centro de la atención, sino el tipo promedio que funge sólo como eslabón en un todo no comprendido, imposible de dominar e impulsado por leyes automáticas, por decirlo de alguna manera, en el cual ya no hay manifestaciones teológicas. Dentro de una ficción paradójica, grotesca, a veces humorística, pero con frecuencia aterradora, se plantean los modelos de la existencia humana según estos enfoques y mostrando en ellos la culpabilidad existencial.

Los símbolos arquetípicos, la precisión en las descripciones y la fantasía se unen a una lógica en la realización y el lenguaje, hasta formar un todo convincente que retrata la falta de soluciones a la existencia moderna con una intensidad inigualable. No se dan en sus escritos respuestas a las preguntas últimas. Por todo ello, la obra completa de Kafka ha tenido enormes repercusiones en la narrativa mundial.

Si la obra de Kafka se pudiera ordenar sería en los siguientes términos: En primer lugar, los pequeños dramas presentados en ocasiones familiares, poemas y un fragmento de novela, «El niño y la ciudad” (1903), todos los cuales se perdieron en algún momento, probablemente destruidos por el propio Kafka, pero de los cuales se tiene conocimiento.

Los poemas contenidos en las tempranas cartas y éstas mismas muestran la influencia de los círculos literarios de Praga y el estilo de la revista Der Kunstwart (El guardián del arte), sin gran resonancia, a los cuales perteneció el escritor en su juventud.

En segunda instancia, apartado ya del Kunstwart e influenciado por Hofmannsthal, poeta austriaco contemporáneo, desde 1904 produce pequeñas descripciones de escenas cotidianas desde un punto de vista

alterado y con lenguaje sencillo.

La primera publicación de Kafka, ocho esbozos intitulados «Contemplación” y aparecidos en la revista Hyperion en 1908, formarán el núcleo del breve tomo publicado en 1912 con el mismo título.

El siguiente paso es de finales de 1912 hasta 1914, en el cual Kafka trabaja en la novela Der Verschollene (El desaparecido), la cual no pasa del fragmento publicado en forma póstuma por Brod, bajo el título de Amerika (1927). El primer capítulo salió a la luz en 1913 bajo el nombre de El fogonero en forma de libro.

Kafka recibió por él el Premio Fontane en 1915. En el texto, el joven emigrante Karl Rossmann que bajo el signo de la Estatua de la Libertad llega

a los Estados Unidos, entra una y otra vez en conflicto, debido a su ingenuidad, con las condiciones sociales e individuales del medio, hasta que en la naturaleza de Oklahoma –una institución utópica, en la que el hombre es asignado a tareas de acuerdo con sus verdaderas condiciones interiores– encuentra su modesto lugar en la sociedad.

El esbozo utópico, de suyo un fragmento, parece querer combinar el interior y el exterior, el mundo contemporáneo y el más allá, porque el hombre se encuentra consigo mismo. En opinión del propio Kafka su creación significativa tuvo principio con «El juicio” (escrito en 1912 y publicado en 1916), seguido por La Metamorfosis (1916).

La invención fantástica le sirve exclusivamente para elaborar un modelo puro; en esta última obra, por ejemplo, de las fuerzas que separan al ser de la familia y el mundo de los deberes laborales, pero que a la vez lo destruyen, puesto que no puede sobrevivir dentro de la existencia completamente aislada.

VIDEO: Kafka rocks: Kafka Band Live, ARTtube

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