Por SERGIO MONSALVO C.

El surgimiento del relato policiaco se dio precisamente en una transición histórica, en el tiempo de la revolución industrial y de una aguda lucha de clases. El momento histórico, social y religioso enfrentado al pensamiento racionalista hizo crisis produciendo una fuerte tendencia hacia la fábula y el mito literarios, los cuales, según los investigadores, estaban más acordes a la sensibilidad del ciudadano de la Unión Americana de la era industrial.
Éstos se hallaban convencidos de que nada existía en el mundo nativo que lo rodeaba y que sólo mediante un arduo transplante de la cultura europea podía lanzar al Nuevo Mundo hacia algo distintivo.
Ese sueño del «tránsito de la civilización» del Viejo Mundo al Nuevo lo satisfizo Poe inventando a Charles Auguste Dupin, un personaje extremadamente astuto que se encontraba ya en el extranjero y se había cultivado en forma perfecta.
La ironía estaba en que el personaje no era estadounidense sino francés y podía conseguir cuanto quisiera sin tener que trabajar, pues le bastaba con pensar.
Por su parte, la ciencia con Augusto Comte se hizo positivista y se esforzó por explicar al hombre su cuerpo y alma. El afán por explicarlo todo fue otro de los elementos que suscitó la aparición del relato policiaco.
«Éste fue en sus orígenes el símbolo de una cruzada contra todos los fantasmas de la ilusión. Lo mueve una certeza: el razonamiento tendrá, siempre y en todas partes, la última palabra», escribió al respecto el autor Thomas Narcejac.
*Fragmento del ensayo “Edgar Allan Poe: La Poesía en el Crimen” del libro El Lugar del crimen, de la editorial Times Editores, cuyo contenido ha sido publicado de manera seriada en el blog Con los audífonos puestos.

El lugar del crimen
(Ensayos sobre la novela policiaca)
Sergio Monsalvo C.
Times Editores,
México, 1999
ÍNDICE
Introducción: La novela policiaca, vestida para matar
Edgar Allan Poe: La poesía en el crimen
Arthur Conan Doyle: Creador del cliché intacto
Raymond Chandler: Testimonio de una época
Mickey Spillane: Muerte al enemigo
Friedrich Dürrenmatt: El azar y el crimen cotidiano
Patricia Highsmith: El shock de la normalidad
Elmore Leonard: El discurso callejero
La literatura criminal: Una víctima de las circunstancias
