Por SERGIO MONSALVO C.

Si bien Steve Reich y Philip Glass pusieron poco énfasis en la importancia del resultado auditivo, para La MonteYoung y Terry Riley era la única razón de ser de la música. Los procesos acumulativos de Riley supusieron una distinción fundamental entre el micronivel y el macronivel en el género.
Se logró un cambio continuo mediante la introducción de nuevos elementos en la forma básica repetida, y el pulso desplazó la atención de los detalles de la forma al proceso general, de modo que las variaciones extremas en el micronivel paradójicamente llegaron a producir la impresión de inmovilidad.
Los patrones muy rápidos usados por Riley produjeron movimientos lentos, que con todo se perciben como un “trance inmóvil en vibración”, el cual asemejó, un estado de ingravidez, precisamente el efecto que Riley pretendía lograr.

De hecho, afirmó que en su opinión había fracasado su música si no era capaz de sacar al escucha de sí mismo. No obstante, el proceso opuesto también fue posible: La Monte Young utilizó la dimensión estática de la música como medio para producir en el escucha la sensación de movimiento.
No está muy claro en qué medida la adopción de una ideología mística representó una consecuencia inevitable del uso de la repetición, si bien el empleo de elementos musicales no europeos expuso a Riley y Young, ciertamente, a la influencia de ideologías orientales. De acuerdo con estos últimos, el propósito de la música era el de “enajenar” o bien, según lo expresara Young, “Si la gente no se siente transportada por mi música, ha sido un fracaso”.
VIDEO: Terry Riley – In C (1964), YouTube (Nivel Terciario)

