PULSOR 4×4-70: EL BEAT DE LA IDENTIDAD (2023)

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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Las artes gráficas dentro del rock, desde los años sesenta, cobraron un poder y una fuerza que derivaban del culto a la imagen como una forma non plus ultra de comunicación. Las portadas de los discos, las obras creadas así, eran (y son) proposiciones de preceptos. Los nuevos conocimientos sobre la recepción y la transformación de sensaciones –el realismo virtual, como ejemplo contundente—han arrojado siempre luces distintas sobre el arte.

En este marco, una de las áreas del diseño, la creación de las portadas de los discos LP de antaño y los compactos que siguieron, cobraron y siguen cobrando una especial importancia. Año con año se producen por millones y se han convertido en objetos-efectos que en forma directa o subliminal difunden sus valores sociales, estéticos y axiológicos.

Al mismo tiempo, la riqueza de técnicas, la conjunción del trabajo artístico y el diseño comercial, garantizan a las portadas del rock y todos sus derivados la fácil identificación y en muchos casos el afecto de sus poseedores.

 

En este terreno, en el 2023, apareció el nuevo boom por los discos de vinil. Los medios comenzaron a tratar el asunto como asunto económico con unos titulares —“una inversión interesante”— pensados para empujar a los curiosos: “¿De verdad puede ser un buen negocio producir discos de vinil?”. Incluso, exageraban con total descaro: “los fabricantes de vinil se están quedando con el oro”.

Hubo que moderar tanto entusiasmo, ya que se trata de una tecnología compleja que requiere personal experto. Actualmente no ofrecen la gama de servicios que caracterizaba a las antiguas factorías fonográficas, que aparte de trabajar en diversos soportes, también se ocupaban del delicado proceso del corte, generalmente supervisado por los productores y, de vez en cuando, por los artistas más cuidadosos.

De no realizarse esa vigilancia, podían suceder desastres, como el ocurrido al disolver las etiquetas en el prensado con lo que sonaba con más scratch que anteriormene y por lo cual hubo que retirar muchas tiradas. Ahora, la elaboración de matrices suele hacerse de manera externa a las discográficas, sin que los responsables del artefacto sonoro puedan hacer nada más que cruzar los dedos y esperar que el test pressing no sea decepcionante.

Después de aclarar esto lo cierto es que el venerable disco de vinil se ha establecido en los últimos tiempos como el formato preferido entre el show business y los artistas. Esto tiene su lógica: son más vistosos y ofrecen mayores márgenes de ganancia.

Una de las particularidades de esta industria es que tiende a sacrificar a sus gallinas de los huevos de oro. Allí piensan en términos binarios: pasamos a tal soporte y olvidamos el anterior. La realidad, sorpresa, revela que los soportes conviven. Los CDs todavía alimentan un mercado robusto, más sólido en unas latitudes que en otras.

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Un productor ha apostado por un soporte híbrido. Stephen Street, que ha trabajado con Blur, los Pretenders o los Cranberries, reivindica los CDs que, en vez de la cajita de plástico o cartón, vienen alojados en fundas de elepés, de 31 por 31 centímetros, permitiendo así que los diseñadores gráficos dispongan del mismo margen creativo que antaño.

El sector del disco de vinil ha crecido en la última década, de cuando se vendieron primero 140.000 unidades, hasta las más de 1.500.000 copias que se registraron en 2023 en Japón, por ejemplo. La situación ha sido similar en países como el Reino Unido o los Estados Unidos, el marcado más grande del mundo, donde en las últimas semanas del 2023 Taylor Swift y los Rolling Stones vendieron más de 250.000 entre ambos. Además, la artista estadounidense acaparó el año pasado el 7% de las ventas de vinil en todo el país, convirtiéndose no sólo en un fenómeno musical sino económico.

Según la Asociación de Productores de Música en la Unión Americana (organización que lleva al dedillo las cuantas), ha habido un verdadero giro estilístico en el mercado del vinil en el siglo XXI. Los más vendidos de la última década han sido Rumours (1977), de Fleetwood Mac; seguido de The Dark Side of the Moon (1973), de Pink Floyd, y Abbey Road (1969), de The Beatles. Sin embargo, el artista que más discos de vinil ha vendido en el mundo en lo que llevamos de siglo no ha sido otro que David Bowie.

Todos ellos grandes nombres del rock del siglo XX y ninguno en activo. Todo un acontecimiento. Este formato, pues, está dejando de ser un nicho nostálgico —la única banda actual que se cuela en las listas de vinil más vendidos es Arctic Monkeys— para convertirse en un campo en el que entran a competir (y vender) las nuevas estrellas del pop.

“La gente no está comprando el disco para volver a escucharlo. Ahora es un objeto de coleccionismo” (renovados fetiches), han subrayado tanto los distribuidores como los investigadores. Según un estudio de Luminate, empresa estadounidense especializada en análisis de datos relacionados con el mundo de la música, el 50% de los compradores de discos de vinil en la Unión Americana no tenía tocadiscos en su casa.

“Aunque hay mucha gente que sigue comprándolos para escucharlos, otros lo compran como testimonio. Los cuelgan en la pared de sus casas, como si fueran cuadros o pinturas. Las tiendas de discos, que han resistido el paso del tiempo, son ahora visitadas como locales trendy por las nuevas generaciones. De las paredes siguen de sus salas o recámaras cuelgan las portadas de los grandes clásicos de la música de finales del siglo pasado como Bob Dylan, Eric Clapton o Bruce Springsteen.

Las fábricas de vinil, que cerraron en los años noventa ante la caída de ventas de este formato y el auge de los CDs, se ven ahora colapsadas por las grandes majors discográficas. Cuando los sellos más grandes se dieron cuenta de que los LP ahora eran objetos de culto, coparon las materias primas y el mercado de las prensadoras.

El problema, ahora, es la escasez de fábricas —y las pocas que resisten están en Holanda y en la República Checa— y la cola de producción que ha generado el boom de la producción musical multinacional en este formato. Ya lo habían augurado los analistas tanto musicales como financieros: “el formato acabará convirtiéndose en un objeto más del merchandising”. Así lo fue en el 2023.

VIDEO: Comfortably Numb – Pink Floyd (Best Version), YouTube (StumpedTrump)

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