Por SERGIO MONSALVO C.

(RELATO)
«¡Acérquese seño, aquí se la damos barata, acérquese!» Grito que ha dejado de causar la hilaridad de antaños comienzos. Ahora se ha vuelto cosa común para los puesteros de este mercado callejero y el sello de identificación del verdulero conocido como «El Coyote Inválido», por ellos, y «El Cojo Feo», por ellas.
Las antiguas risotadas por el doble sentido se modificaron con el tiempo, convirtiéndose en sólo miradas llenas de intención, pues actualmente sus gritos son la clave para que los que estén alrededor volteen a ver a alguna clienta buenona.
«El Coyote Inválido» ha especializado su lascivia en eso, en poner en el objetivo visual de los semejantes de su entorno a las acaloradas féminas que solas o en parejas visitan estos mercados ambulantes.
«¡Agarre con confianza!», les dice cuando pasan o se acercan a su puesto. La notoria cojera lo ha hecho desde siempre sujeto de procaces comentarios y los albures más conocidos al respecto. Para contrarrestar las burlas sobre sí, optó desde muy joven por hacerse el chistoso tornando en víctima a la inocencia calichera de las compradoras.
«¡Pruébela y sorpréndase, güerita!», ofrece. Ah, porque también tiene la especialidad común de los marchantes: al frente de su puesto pone la mercancía más bonita, más vistosa, en plenitud y apetitosa, mientras que detrás de ese muro de preciosos ejemplares coloca el producto demasiado maduro, picado y hasta podrido, «si hay chance», el cual es surtido a la mayoría de los clientes si se descuidan.
El «¡Arrímese sin miedo, reina!» retumba por todos los vericuetos cercanos y cada uno del resto de los puesteros sabe que «El Coyote Inválido», para ellos, o «El Cojo Feo», para ellas, quiere anotarse otra de sus pedestres puntadas, mientras que él busca con eso parecerles menos grotesco.
