LA AGENDA DE DIÓGENES: NIGEL KENNEDY

Por SERGIO MONSALVO C.

 

                                                                                                                   

VIOLÍN ENERGÉTICO

Nigel Kennedy no sabe de miedos musicales. Toca las Cuatro estaciones de Vivaldi con el mismo virtuosismo que un movido jazz o un duro rock. Ha colaborado con diversos artistas en varios géneros:  Kate Bush, Talk Talk, Chick Corea y la Orquesta Filarmónica de Londres. Es el primer violinista inglés que ha obtenido éxito tanto en la Gran Bretaña como fuera de ella. Es un artista que no acepta fronteras entre ninguna de las corrientes musicales.

Su presencia es una provocación cultural en sí misma: él es un aclamado violinista clásico al que muy bien se puede encontrar saliendo de una sesión de garage con un grupo neopsicodélico del underground británico. Su fuerte acento cockney y dicción algo defectuosa –propios de los bajos fondos londinenses– van perfectamente con su regular barba de tres días y el peinado punk vertical.  Una chamarra gris, pantalones de mezclilla gastados y un paliacate de colores completan la imagen consuetudinaria.

Resulta imposible tratar de imaginar a este respetado músico con smoking negro en el escenario de la Royal Albert Hall de Londres o la Filarmónica de Berlín, simplemente no hay forma. De vista, parece haber pasado meses junto a las escaleras eléctricas de la estación del metro en Piccadilly Square, entreteniendo a los transeúntes con agradables piececitas musicales, a cambio de unas monedas.

Las apariencias engañan.  Este violinista de casi 70 años, que aparenta diez menos y se porta como un enfant terrible de 16, figura entre los intérpretes ingleses de música clásica más aclamados del momento. Su renombrada grabación de las sempiternas Cuatro estaciones de Antonio Vivaldi (EMI, 1989), con la English Chamber Orchestra, incluso logró colocarse entre los primeros 50 lugares de la lista de hits pop en Inglaterra.

Además, editó un sencillo con el concierto para violín «Verano», tomado de la misma obra de Vivaldi, y como atracción especial agregó a este acetato la pieza «Summertime» de George Gershwin. «Ese hit como sencillo sí que fue excéntrico –afirmó luego en una entrevista–.  Halagó mi ego escuchar la obra maestra de ‘Viv’ en los programas pop de la Radio One de Londres, metida entre Kylie Minogue y Jason Donovan.  Eso sí que fue monstruoso».

«Monstruoso» es una de sus palabras favoritas. Expresa su emoción. También le parece «monstruoso», por ejemplo, su colaboración con Kate Bush en el álbum The Sensual World.  «Kate es increíble y me encantó su disco. Nuestro trabajo conjunto fue muy intenso y nos interesamos intensamente en los proyectos mutuos».

Nigel no obstante tiene una amplia gama de sugerencias musicales. Le gusta sobremanera escuchar al grupo Adult Net, el cual se especializa en el pop con ingredientes góticos. Del grupo lo que más lo atrae es la sirena rubia Brix E. Smith, fundadora de Adult Net y que actualmente es su compañera. Ella antes perteneció, junto con Mark Smith, a The Fall.

Brix conoció a Nigel después de un concierto, cuando éste –siempre dispuesto a hacer alguna excentricidad– literalmente se bajó los pantalones. Quiso demostrar a sus admiradores que de veras usa truzas con el logo del club de futbol de su corazón, el Aston Villa. Obvio resulta decir que Kennedy es un apasionado fanático del futbol soccer.

No es su única afición.  Por un tiempo también practicó el box, pero las eternas ampollas en sus delicados dedos no se adecuaban bien con las cuerdas del violín.  A fin de cuentas, ésa es su mejor gracia.

Y con mucho. Es dueño de un valioso Stradivarious, conseguido por una mecenas rica, a la cual todos los años paga un porcentaje del precio para que dentro de 98 años sea completamente suyo. A Kennedy le gusta describir su actividad musical como «doing some damage», «causando unos cuantos perjuicios».

También le gusta causar unos cuantos perjuicios con su propio grupo, London Wasp Factory.  Con esta «fábrica de avispas» grabó el álbum Let Loose. En él se clava alegremente en el jazz-rock y la fusión. Estima en mucho a gente como Jean-Luc Ponty o Sugarcane Harris, y siempre quiso grabar un disco con Chick Corea.

Una estrecha relación lo une también al veterano maestro del swing Stephane Grappelli. A los 14 años Nigel, hijo de un cellista, se subió atrevidamente al escenario en el que se presentaba Grappelli (conocido en el medio como «Old Steph») e hizo tan buen papel con el violín que el otro lo volvió a invitar varias veces a sus conciertos durante su estancia en Londres.

Kennedy no conoce las restricciones musicales. Su violín se da abasto con todo.  Además de Kate Bush y Brix Smith, ha colaborado con Paul McCartney y Talk Talk. El pop y el rock, según opina Nigel, «ocupan la misma posición actualmente como antaño la música clásica».

El público conservador de la música clásica sin duda lo ve como un punk por su cabello y sus actitudes informales. Es seguro que ha provocado a muchas personas por todo ello (las reseñas sociales así lo comprueban), pero hasta ahora nadie se ha quejado una vez que lo escuchan tocar.

Al contrario:  Bernard Haitink, un director de orquesta serio y ya de edad regaló a su joven colega una botella del más caro champán después de un concierto conjunto, como muestra de especial reconocimiento. La botella está expuesta con otras 50 o 60 en la cocina de Nigel, en una colección muy particular. Desde hace años colecciona este tipo de objetos como trofeos tras cada concierto exitoso.

Nigel Kennedy incuestionablemente ha venido a darle a la llamada música clásica o sinfónica el cambio de actitud adecuado para quitarle el corset a una expresión musical que, de no ser por el patrocinio de los gobiernos, ya hubiera muerto a causa de su propia anquilosada complacencia escénica.

Realizó, hace tiempo también, un proyecto que le sirvió para rendir tributo a uno de los músicos que más ha admirado en la vida: Jimi Hendrix. Para llevar a cabo la obra invitó a un grupo de cámara que incluyó violines, cellos, flautas, bajos, oboes y guitarras. El resultado: una música magnífica.

VIDEO: Nigel Kennedy – Purple Haze, YouTube (May JR)