Por SERGIO MONSALVO C.

Django Bates (nacido el 2 de octubre de 1960) no sólo ha asombrado a sus escuchas por tocar la trompeta ocasionalmente, aunque en realidad sea hombre de los teclados.
Ya sea como compositor de casa de los Loose Tubes (esta big band se convirtió en la leyenda del jazz inglés de los años ochenta), en colaboración con el baterista Bill Bruford (de Yes) en el grupo de éste, Earthworks, o en las aventuras a las que se ha metido al ingresar al estudio con extremistas musicales como Hank Roberts, que desprecian las fronteras entre los estilos, Bates siempre ha jugado con todos los géneros y clichés de manera soberana.
Después de cuatro años sin presentar un álbum propio, se desquitó con este disco, Delightful Precipice. Y eso a pesar del desplazamiento constante entre las formas del cuarteto (Human Chain) y de la big band (Delightful Precipice).
Como introducción sirven unos probados trucos cirqueros y una marcha estrambótica. A continuación, la trompeta se eleva sobre unos riffs hipnóticos y evoca a Chris McGregor en «Säd Afrika».
En «Three Architects Called Gabrielle», por el contrario, el funk y el noise se casan de un modo sumamente extraño. Y «Queen of Puddings», un apocalipsis orquestal valseado, proporciona un trago tan fuerte como la combinación de la irónica «Nights at the Circus» y la pesada «Discovering Metal».
Por otra parte, Django también ofrece momentos íntimos. La balada «Little Petherick», por ejemplo, con el sintetizador sutilísimo, o el delicado solo de piano en «Hypen».
Es cosa sabida que Bates apoya el lucimiento del saxofón de su alter ego Iain Bellamy. Pero también los 19 músicos de Precipice suenan como si los uniera el gusto por los ataques al purismo y el mainstream: un caos productivo.
VIDEO: A FLG Maurepas upload – Django Bates, YouTube (FGL Maurepas)

