CARTAPACIO: «PARIENTE CERCANA DEL TERCER TIPO»

Por SERGIO MONSALVO C.

 

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(RELATO)

El personaje es una señora, no por cualidad sino por longevo físico. Usa el pelo color zanahoria que hace, en comparación, verse distinguido a cualquier personaje de comic, y un maquillaje que la convierte por derecho propio en la hermana gemela del legendario Gerónimo, en pie de guerra. La voz que acompaña a la distinguida dama es la de una soprano, pero más tipluda y aguardentosa.

La señora llega al trabajo pasadas las diez de la mañana ‑‑concesión especial por tratarse de un pariente cercano del Oficial Mayor de una Secretaría de gobierno–. Recibe un sueldo superior a su categoría de secretaria y su hora de salida es a la una de la tarde, llueva o truene. Por si fuera poco, el pariente le ha conseguido otro trabajo, donde cobra una suma similar y al cual ni va.

Cuando los compañeros de oficina tienen la suerte de contar con su presencia, éstos deben aguantar desde que llega los gritos destemplados sobre lo imposible que está el Metro, los apretones, empujones y masacres de los que ha sido objeto; los chismes que recogió en las escaleras o elevador; las interrupciones que impone para que se le escuche y compadezca.

Así pasa el tiempo, yendo de un lado para otro sin hacer absolutamente nada, como gallina sin pollos. Si alguien tiene la desgracia de necesitar su ayuda para algún trabajo secretarial, los argumentos para no hacerlo lo sepultarán, o si lo hace el infeliz tendrá que volver a repetirlo por tanto error.

Pero eso sí, ay de aquél que ose utilizar su máquina de escribir, sentarse en su silla o hacerle una broma. Inmediatamente llamará por teléfono al secretario de su pariente ‑‑el Oficial Mayor– para que éste, iracundo, se comunique con el director del organismo para someter al orden al personal.

En fin, lloriquea, chismea, se queja, uno o dos días por semana no asiste argumentando deberes maternos, afea el recinto, amenaza, grita, fuma como loca, pero eso sí, a la una en punto se despide, esperando siempre la respuesta cordial:  «Que descanse, Carmelita…»

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